Hace un rato estaba viendo un musical, Rent; es perfecto. Muestra la vida de un grupo de amigos sin tapujos de película, es simplemente la muestra de la vida real. Y me encanta ver cómo viven felices sin mucho, como viven la vie boheme (la vida bohemia) sin preocupaciones. Si esa no es la trama o el mensaje que la película debe dejar, lo siento. A mí me encanta la sinceridad de la película, como logra plasmar la realidad del artista.
Escuchando Seasons
of love, empecé a pensar en lo que dice la canción, “how do you
measure, measure a year, in daylights, in sunsets, in
midnights and cups of coffee, in inches, in miles and laughter and
strife (…) measure in love”. En español seria algo así como mide tu vida con las pequeñas cosas que haces día a día,
mide tu vida en amor.
Ahora quiero medir este año en lo que he hecho, que ha sido mucho. Quiero
ver atrás y saber que me marco en estos días que han pasado.
Comencé el año entre amigos, no podría haber vivido un mejor 1 de enero. Una
madrugada con mis amigos, los que siempre están ahí cuando los necesito, los
que me han apoyado en las buenas y en las no tan buenas. Fue la manera perfecta
de empezar este año lleno de sorpresas.
Meses después me hice la operación del tabique que tanto me había querido
hacer. Ahí empezó a cambiar mi vida para bien. Pude respirar normal, y empecé a
sentir olores que no sentía antes. Empecé a oler el mundo a los 19 años.
Luego celebre mi cumpleaños número 20 con mis amigos, los mejores amigos
del mundo. Que ahora extraño como nunca pensé que lo haría. Recuerdo que ese
íbamos a celebrar mi cumpleaños y mi despedida de Barranquilla, porque por fin
mi sueño de mudarme a estudiar a Bogotá. Había llevado el carro y mi amigo Cris
no tomo y manejo el carro de vuelta, para que pudiera tomar mucho y lo hice, me
tome dos peceras, buenísimo.
El 30 de mayo viaje a Bogotá, empecé el día con una mezcla de sentimientos.
Pesaba estar feliz pero al darme cuenta que estaba dejando mi vida atrás me
llene de nostalgia. Llore mientras me bañaba, llore vistiéndome, llore toda la
mañana. Y cuando por fin íbamos al aeropuerto hubo una protesta y perdí el
vuelo; cuando llegamos a nuestro destino una hora y media tarde me dieron un
tiquete para el vuelo de las 10pm. Fue aun peor volver a mi casa y ver todo de
lo que ya me había despedido, solo para volver a despedirme. En fin llore todo
el día, pero era llanto de esos sentimientos que no tengo claro que eran.
En Bogotá estaba solo, no sabía donde quedaba nada y me sentía perdido como
nunca. Sin embargo a pesar de todo esto, me sentía feliz, realizado. Sentía que
mi vida ya empezaba. El 3 de junio tuve mi entrevista en la universidad y hasta
que me dijeron que si había entrado no pase un día tranquilo. Llego la
inducción en la Javeriana y conocí a los amigos que cualquier persona querría
tener en una ciudad nueva.
La universidad ha sido la mejor experiencia que he tenido y ya siento que
tengo un donde debía estar. He tenido algunas relaciones, nada serio. Hasta
ahora que creo que encontré eso que todos buscan, no me quiero adelantar. Y
hasta ahora eso ha sido lo más trascendental que Bogotá me ha dado, además de
mi seguridad en mi mismo y que no debo temer a lo que soy.
Asi he medido mi año, no puedo contar las veces que tome un café en Juan
Valdez, o me comí un helado con mis primas. Las veces que salí con Natis,
Alfredo y Angie en el carrito verde. Muchas fueron las veces que he caminado
hasta la casa de Dani o que he ido hasta el Carulla ha hacer mercado. Cuantos
domingos y festivos de ciclovía. Los viajes hasta Anapoima, ser el padrino de
Mati. Recibir a mis amigos en apartamentito de la capital. El viaje hasta el
brujo, o la lectura con la bruja amiga de Gingi. Las llamadas de skype con
mama, las miles de llamadas al celular de mi papa. Las pizzas que he
compartido, los sanduches de la universidad que he comido. Los cientos de buses
que he cogido y las veces que llegue tarde a la universidad por los trancones.
Son tantas cosas en las que puedo medir mi año tantos detalles, tantos besos
que di y que me dieron; tantos abrazos que regale, lagrimas que llore,
películas que vi, canciones que cante, chiste que conté, carcajadas que goce,
amor que brinde y los miles de momentos inolvidables que jamás se irán de mi
mente.
Así puedo contar mi año en una cuartilla y media.
Guillo.
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