sábado, 16 de noviembre de 2013

Una carta para alguien, para ti. Con amor para alguien


Muchas veces me han preguntado, ¿Qué se siente irte de tu casa? ¿Dejar todo lo que tenias antes y empezar aquí de cero? ¿Cómo es vivir solo? ¿No extrañas a tu familia?; a lo que yo con fuerza y determinado respondo, “ha sido lo mejor que me ha pasado, aquí empezó mi vida y a mi familia si la extraño pero estarán allí siempre para mí”. Pero, ¿será cierto?, ¿estarán siempre allí para esperarme? Muchas preguntas y tan pocas respuestas.


No sé cuantas veces les digo sinceramente a mis padres que los amo; a mi tía que extraño hacer karaokes con ella y que desearía haber hecho más; a mi mamá que me encantan sus ensaladas aunque siempre decía que no; a mi papá que me encanta ir a la finca y montar a caballo a pesar que los últimos años no lo he hecho por qué “que mamera”. Que amo estar con mi perro, que lo extraño; que extraño también mi cuarto, con mi ventana que daba a la calle, mi calle donde escuchaba pasar los carros, donde el jardinero los domingos me despertaba cortando el césped, donde escuchaba a Jazmín lavar el baño, el cuarto que está al lado de la oficina de Vancho. Extraño mi balcón, el que deseo hubiese utilizado más. Ese cuarto que me acogió por casi cuatro años de mi vida, donde mis amigos iban y gritaban, cantaban, dormían, veíamos películas, comíamos, donde tuve amores y desamores, donde todos los días llegaba y me sentía protegido, el cuarto que podía pintar y nadie me reclamaba (a veces mi mama, pero muy rara vez).

Decirles que extraño mucho ir al Huerto, comer ese tofu que tanto nos burlábamos con la frase “Tofu, hmm yummy yummy”; también las empanadas de queso o las lumpias, las sopas que venían en un tarrito de icopor medio doblado por el calor y acompañado de otro donde la ensalada estaba dentro de un papel de aluminio y también doblada por el calor de la comida, y con eso escuchar a mi mamá decir que “no se iba a comer eso”. Qué extraño a mi tía y sus frases celebres que tan feliz nos hizo la vida a todos en algún momento, y que desearía poder volver y abrazarla más y no burlarme tanto de ella.

A veces desearía volver y oler a mi mami, sus más de 10 perfumes, que todos huelen exactamente a ella. Acostarme a su lado en su cama y que Rocko llegue celoso y ella le hable con voz de pechiche. Escucharla hablar con el negó porque es un intenso en las noches, o con el mono porque es un consentido y ella lo ama. Verla maquillarse en su tocador, verla hacerse el blower e intentar hablarle y no escuche nada. Despertarme los domingos y verla en su sudadera arreglando las matas del jardín, sus amores. Escucharla decir que tiene que hacer dieta y que ese día empezó la dieta de frutas. Escuchar sus tacones bajando por la escalera o subirlas corriendo porque “el hijuep*ta calor la está matando”. Recoger la del trabajo, pelear con ella porque no llegue a las seis en punto. Ayudarla con el zíper del vestido azul que se ponía para el trabajo. Poder entrar a su cuarto, escuchar las ventanas ajetrearse por la fuerza con la que abro y verla allí sentada en su cama echándose crema en los pies y luego poniéndose sus mediecitas y metiendo los pies bajo su cobija. Escucharla hablar medio dormida con su aparato en la boca. Pasar esos momentos en su cuarto cuando le decía al perro que se bajara de la cama con un simple “JUMM” (y Rocko se bajaba). Solo verla todos los días y decirle que la amo, que sus pecas son perfectas, que es la mejor mamá que pudo ser y ahora entiendo que sin ella no sería lo que hoy soy, ni estaría donde estoy, decirle que le agradezco inmensamente por darme todo lo que me ha dado. Simplemente poder abrazarla.

Volver y escuchar la risa de Beatri, poder abrazarla cuando la vea llegar por la puerta y ver su sonrisa todos los días. Presenciar los aromas que me sacaban del cuarto a ver qué misterio me esperaba en el almuerzo. Comer más tostadas con mantequilla y azúcar y un milo gigante. Comer más arroz de fideos con patacones y pollo a la gente. Preguntarle a mi nana como hacer tantas recetas que me encantaría saber preparar, la carne esmechada, la posta negra, el pollo a la gente, la torta de brócoli, su arroz con pollo, el ajiaco. Me encantaría volver y dejar de decir que no me gusta el mote, ahora amaría tomarme un plato; o uno de sancocho que hace mucho no preparamos. Decirle que la amo, y que la extraño; que le agradezco tantas tarde felices y tantas charlas junto con Luz; burlarnos de ella a sus espaldas por que “este año si me voy, en diciembre dejo de trabajar” aunque ya lo haya hecho.

Estar con mi hermana y poder entenderla, ver sus videos del X factor y poder emocionarme como ella lo hace. Ver Greys Anatomy acostados en la cama de mami. Verla ahí en esa cama acostada bordando punto en cruz. Cuidarla más. Decirle que la amo, que la extraño.

Decirles que extraño Barranquilla, extraño los recuerdos, a mis amigos, a mi familia, mi cuarto, a Beatri, a los vecinos, a Rocko, a Saskia, los gatos, a Diana y Cata, a la tía Chopi, ir al Huerto, a Jazmín, a mis tíos, a Pillo. Extraño cantar en mi cuarto y sentir que las paredes estaban aisladas y que nadie escuchaba, bajar las escaleras y ver el sofá negro, los cuadros colgados, ver las peredas naranjas que tanto decía que odiaba, ahora las extraño, que el internet que fuera siempre, que la casa sea caliente, que a la cocina no le entre corriente de aire, extraño los ventiladores blancos de la sala comedor, el bife, la vitrina, las botellas de trago de Iván, extraño ir al gimnasio de combarranquilla, oler el tabaco de mi papá; extraño el carro, a mi mamá, a Iván, a mi papá, a mi tia Pillo, a mi hermana, a Beatri. Extraño mi hogar.

Los extraño, los amo y aquí les escribo lo que desearía poder volver y hacer.


Guillo.

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