A veces quisiera que mis ojos tomaran fotos, así tendría fotos de cada uno de los momentos perfectos que la vida me ha regalado. Tendría miles de álbumes en mi cabeza, y seria ecológico. Como pensé en eso, porque hoy quise tomar una foto del granizo que tapaba mi techo, con mi cámara digital, y la batería estaba muerta, mientras la cargaba y se la puse de nuevo a la cámara el granizo se derritió.
Sin embargo aun tengo esa
imagen en mi cabeza, la primera vez que vi el granizo sobre mi techo. Mi cabeza
fuera de la ventanita que me separa del mundo exterior y mi emoción infinita
por ver como del cielo caían pequeños pedazos de hielo. Tengo la imagen de los
miles de pedacitos rebotando por doquier; estire mi mano para intentar tomar
uno en mi mano y me cayeron varios, que por el calor de la misma se derritieron
rápidamente.
Por eso mi deseo de tener
una cámara en mi cabeza, se que las imágenes
no se borran de allí jamás, pero en algún momento se te olvidaran; se empezaran
a ir poco a poco. Sería fantástico poder grabar la risa de tu mama, o la voz de
tu papa; a tu tía cantar o a tus amigos chismosear contigo. Revivir una y otra
vez esos momentos que te hicieron erizar, tu primer beso, la última vez que
viste a tus abuelos reír, cuando compraste a tu perro, la primera vez que
maneje, mi graduación, mi primer carnaval, mi primer día de clase, las tardes
de novelas con mi abuelita, tantos momentos que ahora revivo vagamente y otros
muchos que me da impotencia no poder acordarme exactamente como fueron.
Solo digo que sería
absolutamente perfecto poder sentir cualquier momento especial de tu vida, y también
poder archivar los malos para no tener que verlos tan seguido; no borrarlos
sino guardarlos en una carpeta con clave y no abrirla jamás. Porque los malos
recuerdos también hacen parte de lo que somos.
Es un buen deseo. Pero ahí
se quedara, como un deseo. Por ahora escribiré todo lo que pueda y así podre
revivirlo más adelante.
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